viernes, 19 de noviembre de 2010

Para sonreir y reflexionar

Conversar o no conversar.
En el cine se daba el estreno de una película de renombre. La trama no era interesante para una pareja que se hallaba entretenida conversando. Una espectadora, ubicada en la butaca de atrás, se atreve a recriminarlos:
- ¿Pueden ustedes dejar de hablar?
El interpelado atónito pregunta:
- ¿Se puede saber por qué?
- ¡Sí! ¡Por el simple hecho de que no puedo escuchar!
- No es necesario que usted escuche.
- ¿Cómo que no es necesario que escuche?
- ¿A usted qué le interesa lo que hablamos? Sepa usted que somos novios?

La conversación didáctica

El saber hablar y conversar se aprende y perfecciona con otros.

El docente que favorece el coloquio, a su debido tiempo y lugar, ayuda a descubrir el sentido y el valor del diálogo, lo frecuente del disenso y lo importante del consenso.La conversación didáctica facilita renovadas estrategias personales y afectivas.

Bien dice el refrán que "conversando se entiende la gente," porque de ese modo se puede conocer las motivaciones ajenas.El maestro preocupado descubrirá en sus alumnos sus necesidades cognitivas y su proceder será atinado si considera las motivaciones e intereses de quien aprende.

En la sociedad como en las aulas se emiten mensajes con su interacción verbal y no verbal que influyen y facilitan su comprensión. El receptor puede interpretar correctamente o no los mensajes, aceptarlos o rechazarlos como también reelaborarlos. En eso hay un fluir dinámico porque quien emite mensajes los recibe y quien recibe los emite, puede constatar si el mensaje recibido es el que corresponde y si la respuesta es la pretendida.



En una conversación hay interacción entre los interlocutores, con sus interpretaciones y recíprocas influencias. Los contenidos verbales puede develar conductas de quienes la generan. Uno se manifiesta tal cual es cuando se expresa porque es "genio y figura hasta la sepultura" y tiende a trascender, al decir de las abuelas porque "lo que se aprende en la cuna toda la vida dura."

lunes, 8 de noviembre de 2010

Para sonreir y reflexionar

Discreción y elocuencia.
Unos presumidos jóvenes se acercaron a un campesino para hacerle una encuesta laboral. Éste asombrado por la locuacidad y el atropellado interrogatorio, se mantuvo discreto y no atinó a dar contestación alguna.
-¿Sabe usted silbar?
Por respuesta silbó muy suavecito una melodía.
-¡Bravo! ¡Bravo!
Gritaron para entusiasmarlo y entrar en confianza. Nuevamente el silencio invadió el ambiente. Uno de los muchachos lo quiso alentar:
- ¿Por qué usted no silba con energía, con más fuerza?
A lo cual le contestó con sencilla elocuencia:
- Es para no espantar a las bestias...

"La discreción en las palabras vale más que la elocuencia." (Bacón)

El contenido de las expresiones verbales es parte de la cultura oral y de las relaciones sociales. Sus enunciados guardan intencionalidad y los alcances de su interpretación son inmediatos y restringidos en cuanto al medio, al lugar y duración . De ahí el dicho popular:"Las palabras vuelan y los escritos quedan."
Quien se hace visible puede impactar por su presencia, por el tono de voz o por la firmeza de sus argumentos pero, no podrá evitar las apreciaciones subjetivas de quien lo observa.
Los mensajes verbales permiten interpretaciones subjetivas a quien los reciben. Una explicación acertada obliga al receptor a escuchar, observar y expresar, para comprender, interpretar y aceptar lo que corresponde