“De tal palo, tal astilla.” (Refrán)
En el idioma español, un patronímico confiere ascendencia o filiación y deriva de un nombre propio. En la península ibérica hay designaciones que provienen del calificativo paterno, con el agregado de los sufijos ez, oz, iz y az que significan “hijo de.” En los países de habla portuguesa, los mencionados sufijos modifican la letra “z” por la “s.”
Con el correr del tiempo, la ortografía de los apellidos sufrió variaciones que se remiten al árbol genealógico. Por eso, el dramaturgo español Benito Pérez Galdós (1843-1920) atestigua que “somos prisioneros del tiempo.”
La sabiduría popular indica que en la sociedad existe una correspondencia vincular: “Los parientes de mis parientes, mis parientes son.” Es así como se dan las relaciones sociales donde incluso no pasan inadvertidos los Fernández, Fernándes.