“De golpe y porrazo se enriquece el ladronazo.” (refrán)
Es repudiable la actitud de quien se apropia indebidamente de los bienes ajenos. El rey Hammurabi de Babilonia, (1795-1750 aC) grabó 282 leyes en bloques de piedra. Es el código que lleva su nombre, donde se sentencia con la muerte a quien roba.
Los tiempos han cambiado, pero la modalidad de usurpar aún perdura, porque “la ocasión hace al ladrón.” Además, “el ladrón cree que todos son de su misma condición,” Así justifica su mal proceder.
El filósofo suizo Jean Jaques Rousseau (1712-1778) argumenta: “Trabajar constituye un deber indispensable para el hombre social. Rico o pobre, poderoso o débil, todo ciudadano ocioso es un ladrón.” Es una explicación que afecta al holgazán y al cleptómano. La cleptomanía es una adicción, un trastorno mental, un impulso incontrolado e insistente por adueñarse de aquello que a uno no le pertenece.
Un proverbio persa aconseja: “Un corazón tranquilo es mejor que una bolsa de dinero.” El proceder bien, lleva a una merecida paz. Quien se apodera de lo ajeno no tienen auténtico sosiego, eso afecta a los ladrones.