La admiración
manifiesta el positivo aprecio por
algo o por alguien y la valoración de sus
cualidades o modo de ser. Hay acontecimientos y personajes dignos de admirar.
Entre ellos se destacan quienes, siendo
de edad avanzada, concretaron sus
aspiraciones y proyectos.
Sócrates,
filósofo griego ateniense. (470-399 a.C.) En su senectud aprendió a tocar algunos
instrumentos musicales.
Catón,
militar,
político y escritor romano. (234 a. C-149
a. C) A la edad de 80 años se abocó al
estudio del idioma griego.
Plutarco,
escritor griego. (45 d. C-120 d. C) Coronó su ancianidad aprendiendo latín.
Thomas
Faifax, militar inglés (1612-1671) Se destacó en tiempos de Carlos I y al
retirarse del ejército obtuvo un doctorado en la Universidad de Oxford.
En los casos mencionados y en otros similares, cabe enfatizar la frase atribuida al historiador griego Diógenes Laercio: (215 d. C-250 d. C) “Más vale tarde que nunca” en respuesta a quien argumentó que a su edad era demasiado tarde para estudiar música.
Se comprobó científicamente que el cerebro humano al ser estimulado logra cambios y posibilita aprendizajes. Esta reacción y respuesta a toda nueva información, a lo largo de la vida, se denomina “neuroplasticidad” que también es de admirar.
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