viernes, 31 de mayo de 2024

Mosquito.


“Un mosquito mata a un león.” (Refrán) 

Ese dicho recuerda una fábula del griego Esopo (600 aC-564 aC) En esa narración, el pequeño bicho enardece la nariz de un león, el cual fastidiado se propina rasguños y muere desangrado. 

La luz, la temperatura, el olor y la traspiración corporal atraen a ese insecto. El macho vive una semana y no pica. En cambio, la hembra subsiste varias semanas y al punzar succiona sangre, de la cual se alimenta. Deposita sus huevos en lugares húmedos donde nacen sus larvas. También, se abastecen del néctar de las flores. Entre sus depredadores naturales se encuentran los sapos. 

“El mosquito tigre,” se distingue por tener puntitos blancos y negros; es el transmisor de enfermedades como la fiebre amarilla y el dengue, entre otras. Son muy activos, durante las primeras horas de la mañana y al caer la tarde. Los colores anaranjado y rojo son sus preferidos. No toleran el aroma del vinagre, el limón, la menta, la lavanda o la citronela. 

El líder nacionalista congoleño Patricio E. Lumumba (1925-1961) aconseja: “No respondas a la picadura de un mosquito con un martillo.” Pensamiento que estimula conclusiones personales. Otra sentencia válida es la de Anacarsis, filósofo del siglo VII antes de Cristo, quien manifesta: “Las leyes son como las telarañas; los insectos pequeños quedan atrapados en ellas, los grandes la rompen.” 

Otros, más románticos se consuelan con el refrán: “Zumbido de mosquito, música de violín chiquito.” En el lenguaje coloquial, despectivamente se cataloga a alguien como poseedor de “un cerebro de mosquito.” 

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