lunes, 30 de septiembre de 2019

Un piropo


“Aunque la dulzura halaga, la mucha miel empalaga. (Refrán)

El ser amable con el prójimo, es una carta de presentación. Pero, sobreabundar en elogios para agradarle es acercase a la adulación. La frase interesante, a modo de cumplido, que un varón dedica a una mujer se la conoce como un piropo. Se lo dice para valorar su belleza física o los rasgos de su personalidad.

El origen de ese halago se lo vincula con una piedra preciosa rojiza que es un mineral que contiene hierro. Antiguamente en España los jóvenes regalaban esa alhaja a una dama, en su afán de conquistarla.

En pleno siglo XXI, en algunos casos esos dichos incluyen un sentido machista y ofensivo. El dramaturgo español Miguel de Cervantes (1547-1616) distingue que: “La alabanza tanto es buena cuanto es bueno el que la dice, y tanto es mala cuanto es vicioso y malo el que alaba.”

El brasileño contemporáneo Paulo Coelho (1947), uno de los novelista más leído, opina: “Cuando la gente nos elogia, debemos tener cuidado con nuestro comportamiento.” Advertencia de actualidad, válida para quien dice como para quien recibe un piropo.